He vuelto a
asesinar mi conciencia
para evitar que
me obligue a matar.
No quiero pasar
por alto esta demencia
pero me empeño en
resistirme a mirar.
No hay día que no
me levante
y me acueste con
la soledad
que ofrece una
copa de Jack Daniel’s
y un revólver sin
cargar.
Escucho el
silencio medio sobado
y me escondo tras
la agonía,
soy hijo de la
ira
y esta es mas
puta que mis días drogado.
La radio escupe
tragedias
mientras el
vecino del quinto se suicida.
En mi estómago
bailan pesadillas
y en mi corazón
muere la vida.
Sin pensarlo más
salgo a la calle
la gasolina
parece mi sangre
aun así no hace que
el mechero resbale.
Las llamas poco a
poco abrazan mi carne.