El exorcista no
llega
y mis demonios me
la juegan
pintando murales
de días
en los que aún
asolaba la pena.
Pero vuelvo a
levantarme
y afeito los días
a contrapelo
y aunque de los
cortes brote sangre
me recuerdo que
vivir es solo un juego.
Por fin dejan de
sangrar las yagas
que las esposas
hacían chillar,
por fin las
cadenas vuelan
y mi cuello conseguí
liberar.
Ya no tengo miedo
al verdugo
que con su hacha
me dará final
y vuelven a
entrar en mi vida
razones por las que luchar.
Y si vuelven a
tirarme en la fosa
sin problema me
podré levantar.
Pero antes de creerme
todo esto
el exorcista habrá
de llegar.