He vuelto a
asesinar mi conciencia
para evitar que
me obligue a matar.
No quiero pasar
por alto esta demencia
pero me empeño en
resistirme a mirar.
No hay día que no
me levante
y me acueste con
la soledad
que ofrece una
copa de Jack Daniel’s
y un revólver sin
cargar.
Escucho el
silencio medio sobado
y me escondo tras
la agonía,
soy hijo de la
ira
y esta es mas
puta que mis días drogado.
La radio escupe
tragedias
mientras el
vecino del quinto se suicida.
En mi estómago
bailan pesadillas
y en mi corazón
muere la vida.
Sin pensarlo más
salgo a la calle
la gasolina
parece mi sangre
aun así no hace que
el mechero resbale.
Las llamas poco a
poco abrazan mi carne.
Esta es una de las más potentes que has escrito chaval. Reflejas muy bien el ascazo de vida que estamos llevando y cómo en algunos casos obliga a tomar medidas desesperadas. El fuego como alusión al fin y la atención es soberbio.
ResponderEliminarCoincido con Adol en que es uno de los más potentes que has escrito. Plasmas el sinsentido de nuestras vidas y la necesidad de ahogar el sufrimiento en alcohol y drogas, o de ponerle fin con la muerte. El elemento del fuego y la gasolina me han parecido muy acertados, como símbolo del fin y del alivio del dolor de su alma.
ResponderEliminarMe ha parecido un poema MUY chocante. Es un poco pesimista, pero es verdad que a menudo la vida nos da palazos. El verso de "y en mi corazón muere la vida" me ha fascinado. En serio, me ha gustado mucho esta antítesis perfecta.
ResponderEliminarUn poema muy negro, pero bien escrito y reflejado.
¡Un beso!