El exorcista no
llega
y mis demonios me
la juegan
pintando murales
de días
en los que aún
asolaba la pena.
Pero vuelvo a
levantarme
y afeito los días
a contrapelo
y aunque de los
cortes brote sangre
me recuerdo que
vivir es solo un juego.
Por fin dejan de
sangrar las yagas
que las esposas
hacían chillar,
por fin las
cadenas vuelan
y mi cuello conseguí
liberar.
Ya no tengo miedo
al verdugo
que con su hacha
me dará final
y vuelven a
entrar en mi vida
razones por las que luchar.
Y si vuelven a
tirarme en la fosa
sin problema me
podré levantar.
Pero antes de creerme
todo esto
el exorcista habrá
de llegar.
Tienen rabia tus letras, es opresión, una opresión metafórica por las cadenas pero opresión al fin y al cabo.
ResponderEliminar¡Kapy! Por aquí me tienes de nuevo. Es una alegría volver a leer otra de tus poesías. Ahora que he cogido la costumbre de estar pendiente de las novedades que indica mi blogroll, sabré siempre cuándo publicas y te comentaré más a menudo.
ResponderEliminarDesde que dejaste tuenti, la verdad, es que me he acordado de ti en diversas ocasiones por lo que me agrada retomar el contacto.
Respecto a tu poesía, decirte que, en ocasiones, es cierto que nos vendría bien algo más fuerte que un exorcista para dejar atrás todos nuestros demonios.
Un abrazo,
Abel Jara Romero